martes, 31 de agosto de 2010

Aéreo



—Estimados pasajeros, las condiciones meteorológicas son óptimas para el despegue — anunció el joven piloto. Su madre le observaba a bordo, estaba orgullosa de los pasos de su hijo. 
Con un movimiento del brazo el capitán encendió motores. El padre también le miraba de reojo desde su puesto. Todo estaba apunto: las hélices hicieron lo suyo y la máquina empezó a coger velocidad a través de la superficie azul. 
El  piloto estaba radiante, era el primer avión que dirigía y quería hacerlo bien. Su madre le había enseñado todo aquella mañana. Conocía cual era su papel y no podía fallar. Se cercioró por última vez de la dirección del viento. El niño tomó carrerilla y con un impulso el pequeño avión salió volando desde la cubierta de la lancha en marcha que su padre conducía ¡Lo había conseguido! 
La madre esperaba a su pequeño con una sonrisa y otro folio ya doblado entre las manos.


© Jonatan Sánchez Martín

La risa de Bilbao



El maestro Juan Bas está detrás de un nuevo festival necesario y original:  LA RISA DE BILBAO, que se celebrará en septiembre. Y además de una programación de lujo, el encuentro incluye un concurso de microcuentos de humor y viajes.
Aquí están las bases:

concurso de microcuentos
patrocinado por eroski viajes


Se convoca el CONCURSO DE MICROCUENTOS LA RISA DE BILBAO / BILBOKO BARREA 2010 con el patrocinio de VIAJES EROSKI.

Los microcuentos han de ser de género humorístico y basarse su idea argumental en los viajes en su acepción de acción de viajar, de traslado físico de un lugar a otro.

Los microcuentos, sin extensión mínima y con una extensión máxima de 100 palabras (título excluido), deberán aportar el nombre, el e-mail y el teléfono del autor. Puede participar cualquier persona.

Se enviarán exclusivamente por correo electrónico a la dirección juanbas@arrakis.es , indicando en el ASUNTO: CONCURSO DE MICROCUENTOS LA RISA DE BILBAO / BILBOKO BARREA.

El plazo de recepción de los microcuentos a concurso será entre el 30 de agosto y el 15 de septiembre (inclusive) de 2010.


Los microcuentos han de ser originales, inéditos (también en Internet) y no haber sido premiados ni estar pendientes de fallo en ningún otro concurso.

El premio a un único ganador, aportado por VIAJES EROSKI, será un viaje a Egipto de una semana de duración, para dos personas.

El jurado del premio lo compone Juan Bas, director del festival, y sus colaboradores literarios: Carolina Ontivero, José Miguel Bonilla y Pablo Martínez Zarracina.

El domingo 26 de septiembre de 2010, a las 12.30 del mediodía, se leerán frente al público, en el escenario de la carpa de el muelle de El Arenal, los diez microcuentos finalistas. De entre esos diez, el jurado nombrará acto seguido al ganador, allí presente, el cual leerá frente al público su microcuento premiado y recibirá el premio entregado por un representante de VIAJES EROSKI.

Tres de Manuel David Jiménez Patiño

Corazón de oveja


Recuerdo que un día iba andando por la calle y me encontré en la acera un corazón de oveja, decidí cambiarlo por el mío para ver si experimentaba cosas raras, y a los pocos minutos experimenté sensaciones que no me habían ocurrido antes, por ejemplo, no era capaz de tener opiniones propias,
decía y hacía lo mismo que los demás. Intentaba no destacar y la mejor forma para ello era dejarme llevar por el resto. En un minuto de lucidez, conseguí ponerme mi corazón anterior, y el corazón de oveja lo dejé donde me lo encontré. Seguidamente denuncié a la seguridad social, porque tengo la sospecha que a los recién nacidos se les cambia el corazón por el de una oveja.

Copyleft  Manuel David Jiménez Patiño 


Mundo al revés

La plaza estaba rebosante de gente, todos querían agradecer al jugador Iniesta lo que había logrado alcanzar. La gente enloquecida gritaba su nombre, habían venido de todas las partes del mundo, de todas las edades y todas las culturas, también pude ver a los reyes de España y al presidente de la FIFA. Y por fin, Iniesta se asomó al balcón y alzó con las manos aquella preciada copa dorada, nada más y nada menos que el premio Nobel de Ciencias, otorgado por lo que había sido capaz de descubrir en su tiempo libre, entre partido y partido de fútbol.

Copyleft  Manuel David Jiménez Patiño 



Yo también quiero trabajar en el INEM
—Esta empresa no hace nada más que explotar a sus trabajadores, además no hay planificación y creo que el puesto de jefe de proyectos te queda grande, es más que evidente que no sabes gestionar los recursos — le dije. La verdad es que no sé porque me despidieron, no fui tan duro, además sólo dije lo que todos pensábamos.

—Ya, pero te en cuenta que los trabajadores que dicen lo que piensan y no se dejan pisar, pues eso, ya lo habrás comprobado tú, al final acabáis "trabajando en el INEM".

Copyleft  Manuel David Jiménez Patiño 

LIGAR, CON TODOS LOS SENTIDOS

¿Qué significa ligar? Este deporte universal, tratamiento para la autoestima, ungüento eficaz para los moratones del alma, nos acerca y nos aleja del pasado animal, nos baja de los árboles o nos deja cualquier noche aullando a la luna. Llamamos ligar a lo que sería más ajustado llamar seducción, pero desde que Casanova y Tenorio iban por ahí creyendo seducir jovencitas —cuando en realidad eran los seducidos—, el verbo sutil anda cargado de connotaciones sexuales o pomposas.

El diccionario de la Real Academia ofrece nada menos que doce acepciones para el vocablo ligar, y sólo la número once atiende al sentido más extendido y morboso del fonema: entablar relaciones amorosas pasajeras. Pero antes de llegar a eso, el diccionario propone otros significados que, por azar o justicia del idioma, muestran sugestivas posibilidades, que llegan a ser morbosas en algunos casos. Pero nadie va por la vida con el diccionario en la mano, y tampoco sirven los mapas, porque como cualquiera sabe por dolorosa —o festiva— experiencia, todo está en los ojos que miran lo que desean ver.
Y de deseo se trata.



1. (Del lat. Ligare) Atar

Yo estaba desatada, Rita, del todo, y ya me conoces. Era temprano todavía, quedaba noche por delante, mucha noche y bailé todo lo que pude porque estaba desatada y no podía parar, tampoco me apetecía, y bailé con el pañuelo hechizando a la gente. No, no bebí mucho, sentía tanto que no quería anestesiar nada, y conservaba en la piel la sorpresa del encuentro, la alegría por las coincidencias con un desconocido, la seducción prometedora, las aproximaciones, el contacto, ya sabes, romántico y fuerte y más cuando al llegar a su casa él sacó los pañuelos de seda y me propuso jugar y dije sí, porque me apetecía y jugamos, y después, mucho después, cuando faltaba poco para el amanecer, volví a su casa, entré de puntillas en el dormitorio y lo desaté y él ni siquiera tuvo un reproche, no sé si despertó durante mi ausencia o no, pero sonrió y quedaba todo el domingo por delante y yo, Rita, ya sabes, estaba desatada.

©  Carlos Salem,  “Yo también puedo escribir una jodida historia de amor” , Ediciones Escalera 

lunes, 30 de agosto de 2010

El otro talón de Aquiles de Superman


La extraña desaparición de Superman había conmocionado la ciudad. El miedo volvía a tomar las calles de Metrópolis y la gente comenzaba a sentirse insegura. Todo apuntaba al que Lex Luthor estaba detrás de aquella desgracia. Mientras se preparaba un gran plan para desentramar aquel misterio, la ciudad desconocía que Superman se encontraba en el sofá de su casa, cubo de helado en mano, triste y abatido porque Lois Lane lo había dejado por su profesor de yoga.

© Laura Sánchez González


El niño de la cicatriz en el cráneo

El niño de la cicatriz en el cráneo venía a visitarme cada noche. Se sentaba al borde de mi cama mientras yo permanecía inmóvil bajo las sábanas, petrificado por el miedo. Él me preguntaba cómo estaba tras salir de la planta de oncología y yo siempre le respondía brevemente por el temor de disgustarlo con mi respuesta. Después, se ponía a jugar hasta el amanecer con mis juguetes, haciéndome temblar cada vez que se enfadaba con alguna pieza rota y una risa demasiado grave para su edad salía de entre sus dientes de leche. Así, noche tras noche, su cuerpecito pálido se deslizaba hasta mi cuarto con la intención de encontrar aquello que le gané una mañana, antes de que la enfermera pasara por nuestro cuarto. Sus pastillas rojas serían para mí durante un mes. Lástima que no durara tanto tiempo...


© Laura Sánchez González

Oportunidades en tiempos crisis

Don Quijote de la Mancha pasaba apuros económicos. La crisis había llegado a todos y en un mes se le acabaría el paro. Así que vendió su armadura y compró una bata blanca sobrándole mucho dinero. Como no podía mantener a Rocinante lo cambió por una silla mecánica último modelo. A cambio de su espada le dieron una navaja afilada y no pocos maravedís. Hace dos semanas que está asentado para no derrochar los ahorros por caminos polvorientos. Por fin está seguro de su próxima aventura, y por nada del mundo vendería ya su yelmo. Desde que abrió la barbería resuelve entuertos y protege a los desfavorecidos como nunca. Ahora controla los gaznates de medio pueblo.

(C) Jonatan Sánchez Martín 


Paseo matutino

Un ambiente húmedo lo empañaba todo en invierno, pero daba lo mismo: mi dueño veía igual de mal con gafas o sin ellas. Aun así siempre salíamos. Me enganchaba la correa y tiraba de mí hasta el parque. Solo allí se sentía como pez en el agua: respirando esa paz de la dormida ciudad, huyendo de las cuatro paredes que a todos nos aprisionan.

A la vuelta,  por la calle, nos cruzábamos con los más madrugadores. La gente nos miraba extrañada, algunos se compadecían a una distancia prudencial y los más crueles hasta se reían como si sus vidas tuvieran más sentido. Él les devolvía el gesto desde sus cuencas vacías y difusas. Los detestábamos. Mi dueño me quería y me comprendía: pocos sabían lo que era vivir tras un cristal empañado. Tengo mucho que agradecerle, los rodines del acuario fueron para mí como las piernas que nunca tuve.

(C) Jonatan Sánchez Martín 

Miedo a volar

El pasajero del asiento 25A se removía incontrolado en su asiento. El del 25B le cogía de un
brazo. La mujer del asiento de detrás lo agarraba por los hombros intentando tranquilizarle
pero él seguía diciendo que la tierra estaba demasiado cerca, que veía los tejados de las casas
y el mar, y las cabezas de las personas, y los coches circulando por las carretera y acababa de
ver un pájaro por la ventanilla del avión y se iban a matar. La azafata se apresuró a llevar un
tranquilizante para el pasajero descompuesto.
Antes había mirado el listado de pasajeros: Asiento 25A : Neil Amstrong. Astronauta.

© Elena Casero

Un invitado de lujo: Pedro de Paz

(Como ya se explica -o se intenta- en la presentación del blog, aquí no sólo caben microrrelatos de participantes en mis talleres; también se agradecen otros aportes, como en este caso el del escritor Pedro de Paz, autor de novelas como El hombre que mató a Durruti, Muñecas tras el cristal o El Documento Saldaña. Pedro también es un cuentista -en varios sentidos de la palabra- que no se resiste al relato más breve. Para muestra, este botón que me ha enviado)



Imposible fallar

Su ancestral enemistad les había llevado a enfrentarse en aquella locura perversa. Ruleta rusa non stop. Reglas extremas. Una única bala agazapada en el tambor de un revólver y una sucesión de rondas alternativas hasta dar con ella. Seis disparos máximo. Sólo uno de los dos contendientes saldría de allí con vida.

Tras el quinto intento, su adversario depositó el arma sobre la mesa al tiempo que esbozaba en sus labios una sonrisa triunfal. Jaque mate. El siguiente disparo sería el definitivo. Resultaba evidente quién había resultado vencedor. Con gesto desconcertado tomó el revólver, lo sostuvo entre las manos y lo observó como si aún no fuese capaz de creer lo que el Destino acababa de poner en ellas.

Para sorpresa de los presentes, alzó el revólver, apuntó hacia la cabeza de su contrincante y disparó.

La suerte había estado de su lado. En aquellas circunstancias resultaba imposible fallar.

(C) Pedro de Paz


(Más sobre el sujeto en http://www.pedrodepaz.com/)

El gran hombre

Cuando Napoleón llegó al poder,  respiró profundamente, se sentó en su sillón favorito, y cerrando los ojos, comenzó a recordar. Desde niño había tenido esa seguridad. Algún día llegaría a ser emperador. No rey, ese título le quedaba corto. Ahora sonreía pensando lo que dirían sus compañeros, los que se reían de él llamándole bajito.Tendrían que arrodillarse y rendirle pleitesía, y serían ellos los bajitos ante su grandeza. Sobre todo esa niña mellada de la que no había podido olvidar el nombre: Desirée. Ella sería la primera. La llamaría para que fuera doncella a su servicio y hacerle sentir todo el peso de la humillación.
El día que se presentó una bellísima mujer de pelo rojizo y ojos de un azul sólo comparable a los del mar que tanto añoraba, entendió el por qué de su nombre: Desirée (deseo). Se prendió en sus ojos  y  supo que sería su esclavo.


© María Dolores Cano Menárguez





Cenicienta

Ahora todo parecía un sueño, más bien una pesadilla de las que nos despiertan regadas de sudor en mitad de la noche y nos impiden reconciliar de nuevo el sueño. Miró al otro lado del lecho, y ahí estaba: su príncipe adorado. Lo tocó suavemente y se pellizcó para comprobar que era real. 
Tantos años de sufrimiento, lágrimas, humillaciones… Pero ahí estaba al fin. Lo había conseguido.
Lo que le había costado fingir su bondad todo ese tiempo, pero por lo que se veía era una gran actriz, para engañar incluso a esa ilusa de hada madrina. Sonriendo feliz, se recostó de nuevo.

© María Dolores Cano Menárguez

jueves, 26 de agosto de 2010

Carlos Salem POMPASDEJABON-CADENA SER.wmv




(C) Carlos Salem, de "Yo también puedo escribir una jodida historia de amor", Ediciones Escalera

Reencarnación

Jamás pensó que se atrevería a hacerlo, pero lo hizo. Cuando quiso darse cuenta, estaba de pie observando la grotesca escena. Era él quien pendía de la soga. Fue a la cocina, agarró un cuchillo e intentó cortar la cuerda. Al intentar levantarse a sí mismo, comprobó que no era capaz de abrazar su cuerpo. Cuando éste dejó de moverse, sintió un vertiginoso tirón que le situó en una escena mucho más extravagante. Alguien le decía que tenía que volver y al momento se sintió flotando dentro del útero de una mujer a la que conocía bien. Era su esposa.

(C) Paco Gómez Escribano

miércoles, 25 de agosto de 2010

Uno de Iwasaki

Día de Difuntos

Cuando llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras.
–Pero mamá, tú estás muerta.
–Tú también, mi niño.
Y nos abrazamos desconsolados.

(C) Fernando Iwsaki.  Ajuar Funerario, Páginas de Espuma.

Celos

Júrame que no hay otra en tu vida.
—Te lo juro.
—Júrame que no tocarás a otra.
—Te lo juro: no tocaré a ninguna otra.
—No te creo. Siempre juegas con las palabras. Júrame que no entrarás en otra que no sea yo.
—Te lo juro, Berenice: no entraré en ninguna otra.
—Que se te caigan las manos su no cumples tu promesa.
—Que se me caigan las manos. ¿Estás contenta?
—Sí.
—Entonces, a dormir.

(Arropó a Berenice y le dio un beso en la frente. Alisó su pelo amarillo y le deseó buenas noches. Luego cerró la maleta y esperó hasta oír sus suaves ronquidos. Sólo entonces, el titiritero abrió el libro “Como construir marionetas” y comenzó a leer, sintiéndose un poco más libre.)

(C) Carlos Salem

lunes, 23 de agosto de 2010

Para leer, aprender, disfrutar y ... envidiar




Si te gustan los microrrelatos y la buena literatura en general, no te puedes perder AJUAR FUNERARIO, de Fernando Iwasaki, editado por Páginas de Espuma. 
El terror más inquietante, el que se ve desde los ojos de un niño, en una colección de minificciones inolvidables que, además, son un perfecto modelo de estructura, uso del lenguaje preciso y finales contundentes.

Musical



Los primeros rayos de sol me despiertan y decido escaparme al baño. Me inclino para recoger el preservativo usado y llevarlo a la papelera, pero el maldito condón se yergue sobre el nudo que le hice y abre dos alegres ojillos que me lanzan una mirada cómplice. También tiene boca y se arranca:
"Oooooh, the word´s on the street, you found someone new..."
Se balancea, y de la caja de doce que hay sobre la mesilla, seis preservativos sin abrir salen bailando y saltan, uno a uno, al suelo para hacerle los coros. Tienen un rostro familiar. El tuyo.
Ojiplático los observo subirse a la cama sin perder el ritmo y avanzar con su canción sobre la espalda desnuda de la chica que duerme a mi lado.
"A bad cover version oooof looooooove is not the reeeaaal thiiiiiing..."
Les sigo con los dedos, que danzan sobre su espalda hasta que se despierta. 
Follamos de nuevo.
Y luego me duermo. Ya mearé mañana.

© Francisco David Murillo

Apaños informáticos



— No le late el corazón. Tiene la cabeza desmayada. No le encuentro el pulso. Creo que está fiambre.
— Usted llegará lejos, López. Siempre he dicho que tiene  capacidad de deducción.
— Gracias señor comisario. ¿Qué hacemos con la mujer? Parece  consternada.
— Póngale algo por encima que se va a constipar. Y consternación y constipado casan muy mal. 
— El finado tenía treinta y dos años, comisario. Y parece ser que no era el que reparaba el ordenador, como ha dicho la señora. Aquí no hay ningún maletín con herramientas, ni siquiera un destornillador.
— Eso me temía. Abróchele bien los botones de la camisa y súbale la cremallera de la bragueta al finado, López, que ya no le va a hacer falta reparar ningún aparato.
— Fíjese comisario. La cama ha quedado inservible. Parece un animal destripado.
— Ya veo. Dígale a la madre abadesa que deje su consternación para otro momento y que no se preocupe, que ya veremos de arreglar el asunto.




© Elena Casero

Colón

Que Colón descubrió el Nuevo Continente es un hecho probado. 
Yo no estaba allí, claro, pero leo libros de historia y me baso en unos documentos que nos legó un tío, el de América, como se suele decir. En estos papeles se cuentan más verdades de las que se nos han hecho llegar. Mi tío era el cronista oficial de la Santa María y acompañó a Colón a visitar a la reina Isabel.  En aquellos momentos estaba pendiente la conquista de Granada, algo que le traía de cabeza.
Está escrito que Colón salió corriendo después de aquella decisiva entrevista. 
La Reina llevaba un año sin cambiarse de camisa.

© Elena Casero

Y creó el mundo

lzó el dedo y creó el mundo en siete días. 
El décimo día se paseó por el mundo que había creado y le gustó que lo vio. Todo era verde y azul, se respiraba bien, olía a naturaleza. 
El duodécimo día una gran humareda le despertó de la siesta. Desde una nube observó que varias ciudades estaban ardiendo. Movió la cabeza contrariado, pero volvió a dormirse.
Un griterío ensordecedor le hizo estremecerse en su cama. Miró hacia abajo. Hombres, mujeres y niños corrían gritando enloquecidos hacia todas partes y hacia ningún lugar. Era el décimo cuarto día.
El décimo octavo día se paseó de nuevo por el mundo. El color gris se había adueñado de todo. El olor era nauseabundo.
Hastiado y desilusionado, lo destrozó en siete segundos.


© Elena Casero

Cuestión de justicia

El que tú ya sabes te está buscando, me dijo el 37211. 
Por fin, pensé. Más de un año deseando que sucediera. Una espera que terminaba hoy. El dolor con dolor se paga, me recordaban en la cárcel a diario. Quien a hierro mata, a hierro muere. Estábamos dando vueltas al patio. Sentía su presencia cada vez más próxima, esperando que se cumpliera la ley del talión. 
Acaba con esto, rogaba en silencio. 
Sé justo, le rogaba. 
Él me adelantó por la izquierda y se detuvo ante mí. Le supliqué con la mirada que terminara con aquella condena que nada tenía que ver con la carcelaria. 
La justicia no existe, dijo y riendo, desapareció.


© Elena Casero

Paisaje urbano

Está harto de esta calle. Las máquinas que abren ojos al asfalto, el humo de miles de coches que atraviesan incesantemente esa boca gigantesca, la cola interminable de carteras que recorren las aceras en una carrera estúpida hacia una engañosa felicidad, los trajes que disfrazan cuerpos robóticos, acompasados pasos de prisa, llamadas falsas y miradas en negativo que analizan al contrario. Definitivamente, debe salir de aquí, no es su sitio, no encuentra el aire que necesita. 
Sin dudarlo agarra sus cartones, la gorra de los Lakers que encontró en un bidón de basura y una bolsa raída con los últimos restos de la cena nocturna. El hombre abre su sonrisa cuando se dirige hacia Central Park y sólo puede pensar que la guerra volverá a empezar a sus espaldas cuando, en uno de los tantos periódicos abandonados en el suelo, lee que ha vuelto a bajar el Dow Jones.

(C) PURI GÓMEZ

“El Futuro será mejor mañana”

Cuando le metieron en aquella habitación oscura, con solo un ventanuco en mitad del vasto muro, pensó que era un buen lugar para refugiarse, mucho mejor que el Führerbunker que había construido junto a Eva. 
Sin embargo, algo le inquietaba. Eva tardaba demasiado en reunirse con él y además, un olor nauseabundo se colaba entre las rendijas de la puerta y le hacía sentir incómodo.
Alguien se  acercó hasta su puerta. Levantó la vista del Mein Kampf con disgusto porque había dedicado muchas horas a ese capítulo sobre la raza.
Arrastrando costosamente sus pies abrió y reconoció a Himmler al otro lado. ¿Por qué llevaba la ropa de Eva colgada en su brazo?. 
Como si le hubiera leído el pensamiento, Himmler le contestó con rapidez : 
-Adolf, debe cambiarse, llegó la hora de su ducha.

(C) PURI GÓMEZ

Diálogo conyugal



- Cariño…
- ¿Mmmmmmmmmmm?
- ¿No me has notado nada raro últimamente??
- ¿¿Mmmmmmmmmmmm??
- ¡¡¡Estebaaaaaaaaaaaannnnnn!!!!
- ¿Eh? ¡¡Ay, Gloria, que sí, que ya lo he pagado!!
- ¿Qué pagaste, qué? ¡Pero bueno, tú estás tonto o qué? ¡Jo-der!
- Hija, cada día estás más pesadita; qué coño te pasa, hostia, ya.
- Esteban,¿¿acaso no te has dado cuenta de que hace meses que no menstruo?
- Pero, Gloria, de verdad, sí que estás boba, mujer. ¿No te has dado cuenta de que el que menstrua ahora soy yo?

(C) Malicia Cool XX

El adefesio

Es un papelorrio amarillo y horrible. “Saldos. Liquidación. Todas las alfombras a 400 euros”. Lo arrugo y apretujo con saña y lo dejo caer en la acera. Una mujer empingorotada, amplia sonrisa, me alcanza: “¡¡Señora, se le ha caído esto!!”. “Gracias”, le contesto cariacontecida. Avanzo un poco más y me vuelvo a deshacer del papel, ahora casi violentamente. Aparece un niño de no se sabe dónde: “Señora, se le ha caído esto!!”. Se me escapa una lagrimita. Cuando llego a casa, lo tiro, encolerizada, al retrete, tiro de la cadena y me voy a dormir, feliz. 
Al despertar, el papel sigue ahí


(C) Malicia Coool XX

Cuestión de look

Una semana después de su retorno a una vida hecha de retales y puntadas remendonas, el cerebro del monstruo de Frankenstein alcanzó el grado de conciencia estética suficiente. Cuando se miró por primera vez al espejo le horrorizaron ese color de piel verdoso, macilento, y esos costurones que le surcaban el cuello, las órbitas y las comisuras. De modo que tomó la decisión de abandonar a su creador y ponerse en manos del doctor Cinfollas, prestigioso cirujano plástico a cuya consulta habían acudido ya las famosas y famosos del momento, entre ellos la popular estrella del pop, Michael Johnson.


 (C)Antonio Alfeca

Caída del régimen



Era un acérrimo republicano. Ese día su depresión lo había conducido al borde de la náusea. Entonces sacó del cajón una de aquellas caretas de la manifestación del 14 de abril, se la colocó y, frente al espejo, se descerrajó los sesos de un disparo.



(C) Antonio Alfeca