lunes, 1 de noviembre de 2010

Lecturas de Mayo

Su madre le había avisado que leer podía ser peligroso. Sin embargo, Matilde leyó sin respiro desde pequeña. Los cuentos de hadas y de aventuras le adornaron la infancia con tesoros, piratas y princesas dormidas; y en la adolescencia no se perdió ni un solo poema de amor.
Después de casada, se tentó con la aparición del último libro de Simone de Beauvoir. Cierta mañana Pedro se puso pálido al descubrir el título sobre la mesilla de noche, pero enseguida pensó en otra cosa y se fue a trabajar confiado.
El cambio no fue repentino sino por capítulo. Después del primero, no pudo calzarse los zapatos. Al terminar el segundo rompió torpemente la mampara de la bañera con los senos, intentando salir. 
A pesar de los cambios, siguió leyendo hasta que su cama le quedó pequeña. Cuando terminó “El segundo sexo” Matilde ya no pasaba por la puerta del dormitorio y, desde el enorme colchón hecho a medida que habían instalado en el living, empezó a llamar “Pedrito” a su marido Pedro.   

© Laura Lahera

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