sábado, 18 de septiembre de 2010

Tres de Mayte Blazquez Muñoz

Mujeres que corren con lobos


Caperucita llega a casa de su abuelita. Enciende el DVD. En la pantalla, los tres cerditos bailan claqué con Blancanieves mientras el príncipe azul espía detrás de la cortina y se hace una paja.
Fundido en negro

© Mayte Blazquez Muñoz




El enfermo descansa tendido en la cama del hospital cuando llega el médico con el parte de alta, gruñe un discurso ininteligible, estampa un garabato en la esquina derecha del último folio y se marcha.
La enfermera le quita el collarín, la vía para el suero y el respirador.
"Ya puede volver a casa" -dice sonriendo forzosamente-.
Se incorpora lentamente hasta quedar sentado en la cama. Con los pies descalzos, que cuelgan, dibuja espirales en el aire. Pide una cuchilla de afeitar y espuma en gel de la marca Gillette.
Cuando la enfermera regresa, el enfermo le guiña un ojo y se dirige hacia el baño.
"En diez minutos le mando un celador para que le acompañe hasta la salida", oye mientras se hace dos ligeros cortes en cada muñeca-.
A la enfermera la trasladan a Psiquiatría y él necesita tiempo para enamorarla.


© Mayte Blazquez Muñoz




Política de empresa


Frotó la lámpara y apareció una rubia de piernas y pechos descomunales. 
Oliverio se sintió afortunado. Era el único humano al que un genio le iba a conceder más de tres deseos.


© Mayte Blazquez Muñoz

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