miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ligar, en todos los sentidos

2. Alear. (Del lat. Alligare) Producir una aleación, fundiendo sus componentes

Se miraron e hicieron como que no se veían. Él sintió una punzada y ella parpadeó tres veces y se enderezó en la silla. Nada más. La vida siguió pero algo flotaba y lo sabían. Hablaban como por casualidad, manteniendo las formas. Ella le envío una señal pero sin usar la sonrisa y a él, entre otras cosas, lo que le gustaba era su sonrisa. No respondió. Pero procuró cruzarse con ella con más frecuencia. Nada más. Ella desplegaba el mejor de sus encantos, el carácter. Y él optaba por no mostrarse mucho para que el deseo no sobresaliera, y en la superficie había calma aunque debajo hervía la tormenta. ¿Quién empezó? Cada uno a su manera, desafíos discretos, perfiles, llamadas. Nada más. Podía quedar en eso y lo sabían. ¿Quién dio el primer paso? Fueron dos y los llevaron a desatar los nudos en e-mails tórridos o sugerentes, y ya sin nudos se enfrentaron una tarde y dejaron de preguntarse quién cazaba a quién y disfrutaron de la caza y de la presa, se dieron lo prometido y lo que las intuiciones no se atrevieron a vaticinar. Y se lo siguen dando cuando pueden. Nada más.


© Carlos Salem,  “Yo también puedo escribir una jodida historia de amor” , Ediciones Escalera 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece de lo mejor que te he leído hasta ahora (al menos según mi gusto y teniendo en cuenta los fragmentos que he podido leer). Sencillamente precioso y genial. No es ningún cumplido.

Jonatan Sánchez.

PD: a ver si entre hoy y mañana te envío el último tema.