martes, 31 de agosto de 2010

LIGAR, CON TODOS LOS SENTIDOS

¿Qué significa ligar? Este deporte universal, tratamiento para la autoestima, ungüento eficaz para los moratones del alma, nos acerca y nos aleja del pasado animal, nos baja de los árboles o nos deja cualquier noche aullando a la luna. Llamamos ligar a lo que sería más ajustado llamar seducción, pero desde que Casanova y Tenorio iban por ahí creyendo seducir jovencitas —cuando en realidad eran los seducidos—, el verbo sutil anda cargado de connotaciones sexuales o pomposas.

El diccionario de la Real Academia ofrece nada menos que doce acepciones para el vocablo ligar, y sólo la número once atiende al sentido más extendido y morboso del fonema: entablar relaciones amorosas pasajeras. Pero antes de llegar a eso, el diccionario propone otros significados que, por azar o justicia del idioma, muestran sugestivas posibilidades, que llegan a ser morbosas en algunos casos. Pero nadie va por la vida con el diccionario en la mano, y tampoco sirven los mapas, porque como cualquiera sabe por dolorosa —o festiva— experiencia, todo está en los ojos que miran lo que desean ver.
Y de deseo se trata.



1. (Del lat. Ligare) Atar

Yo estaba desatada, Rita, del todo, y ya me conoces. Era temprano todavía, quedaba noche por delante, mucha noche y bailé todo lo que pude porque estaba desatada y no podía parar, tampoco me apetecía, y bailé con el pañuelo hechizando a la gente. No, no bebí mucho, sentía tanto que no quería anestesiar nada, y conservaba en la piel la sorpresa del encuentro, la alegría por las coincidencias con un desconocido, la seducción prometedora, las aproximaciones, el contacto, ya sabes, romántico y fuerte y más cuando al llegar a su casa él sacó los pañuelos de seda y me propuso jugar y dije sí, porque me apetecía y jugamos, y después, mucho después, cuando faltaba poco para el amanecer, volví a su casa, entré de puntillas en el dormitorio y lo desaté y él ni siquiera tuvo un reproche, no sé si despertó durante mi ausencia o no, pero sonrió y quedaba todo el domingo por delante y yo, Rita, ya sabes, estaba desatada.

©  Carlos Salem,  “Yo también puedo escribir una jodida historia de amor” , Ediciones Escalera 

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